Algunos estudios han obtenido evidencia de que en ocasiones
la esquizofrenia puede ser ocasionada por factores no genéticos. En los casos
que no exista un desorden esquizofrénico en la historia familiar de una persona
esquizofrénica, es muy probable encontrar una historia de complicaciones en o
alrededor del momento del nacimiento, tales como infecciones por virus
influenza durante el primer trimestre del embarazo, desnutrición materna, o asfixia
perinatal, teniendo como resultado mayor probabilidad de presentar los
síntomas de esa enfermedad.
Se cree que algunos factores causales se reúnen a principios
del desarrollo neurológico del individuo aumentando su riesgo de
desarrollar esquizofrenia después del nacimiento. Un hallazgo curioso es que
las personas diagnosticadas con esquizofrenia tienen más probabilidades de
haber nacido en primavera o invierno, al menos en el hemisferio
norte. Existen ahora pruebas de que la exposición prenatal a
ciertas infecciones aumenta el riesgo de desarrollar esquizofrenia más tarde en
la vida, proporcionando más evidencia de un vínculo entre ciertas
patologías del desarrollo intrauterino y el riesgo de desarrollar la
enfermedad.
Otro factor muy investigado es la posibilidad de una migración
neuronal anormal durante el neurodesarrollo resultante en un defecto
estructural que ocurre temprano en la vida y produce deficiencias que,
junto con precipitantes ambientales, por ejemplo, el estrés, llevan a
síntomas esquizofrénicos en la adolescencia y la edad adulta.
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